miércoles, 16 de noviembre de 2016

Moritos en el fango

Tractor en plena actividad de fangueo en tabla de arroz.

En los arrozales de Isla Menor la actividad agrícola está al 100%. Decenas de personas se afanan en la cosecha del arroz. El ajetreo es intenso y no solo humano. Miles de aves se concentran como cada otoño para participar en el gran banquete. El morito (Plegadis falcinellus) es uno de los comensales. En bandos que pueden alcanzar los 6.000 ejemplares se desplazan por la antigua marisma del Guadalquivir para localizar las tablas de arroz en proceso de fangueo (tractor adaptado que remueve el fango del arrozal). Ahí se posan y se concentran en macro-bandos mixtos con otras especies de aves (gaviota sombría, gaviota reidora, cigüeña blanca, garcetas…), explotan sus recursos hasta que una nueva tabla es fangueada y se trasladan para alimentarse en ella. Y así sucesivamente.

Moritos tomando el Sol... o no?

Con tanto morito concentrado en tan poco espacio alguna sorpresilla siempre se encuentra. Este mes de noviembre observé a dos moritos que portaban anillas plásticas de lectura a distancia y cuyos historiales vitales son interesantes para los “miércoles de las recuperaciones”.

36J buscando entre el fango.

El primero se trata de 36J, anillado por Luis García en la colonia del Lucio de Cerrado Garrido (centro de visitantes José Antonio Valverde). Corría el año 2003 y 673 parejas (1) formaban la incipiente población reproductora de Doñana, 36J fue uno de los pollitos que voló en aquel verano. Han pasado 13 añitos, actualmente la población reproductora en Doñana se estima en 8.000 parejas (2) y 36J como otros muchos de su especie, no se pierde el gran banquete otoñal que le brinda los arrozales fangueados del Guadalquivir.
  

Pero no todos los moritos son lugareños de Doñana, algunos viajan cientos de kilómetros para encontrase con la abundancia del Bajo Guadalquivir. Este es el caso de 0JVV un morito oriundo de Camargue (Francia) en el delta del río Rhône. Anillado en la primavera de 2014 en la colonia de Buisson Gros. Fue observado hace unos días junto a otros ejemplares disfrutando de los placeres del fango arrocero a 1.137 kilómetros de su lugar de nacimiento.

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